Primates and Humans: what’s the difference? Find some clues in this interview with Dr Miquel Llorente, author of the book “Primates”
Miquel Llorente is the author of Primates, Biología, comportamiento y evolución, a monograph specially recommended for those seeking a first contact with primatology in a single volume, including photographs, illustrations and diagrams to enhance the understanding of the text. In this interview, published in Spanish, Miquel walks us through his studies, his contributions and finally up to the recent SARS-CoV-2 pandemic.
Siendo psicólogo, ¿cómo te iniciaste en el mundo de los primates?
La primatología es una ciencia interdisciplinar. No sólo biólogos o antropólogos, sino también psicólogos, sociólogos, prehistoriadores, arqueólogos y hasta economistas, filósofos o educadores están interesados por los primates. Particularmente, tuve la suerte de conocer a Jordi Sabater Pi -padre de la Primatología en España- justo al inicio de mis estudios en Psicología. A partir de ese instante tuve claro que quería dedicarme al estudio de los primates humanos y no humanos. Como psicólogo no concibo comprender nuestro comportamiento y nuestra mente sin aproximarnos, observar y compararnos con nuestros parientes vivos más cercanos. Gracias a ellos nos comprenderemos mejor, además estudiándolos podremos protegerlos y conservarlos de una manera más adecuada.
¿Puedes explicarnos en qué punto se encuentran los estudios sobre primates?
La Primatología es una disciplina relativamente joven y muy desconocida en nuestro país, a pesar de ser una tierra de primatólogos y primatólogas. Si bien los estudios de campo comenzaron fundamentalmente a partir de los años 60 del siglo pasado, los últimos 25 años han significado una «explosión» en las investigaciones con primates en estado silvestre y en cautividad que han ayudado a consolidar la primatología como ciencia. Hay mucho por saber, fundamentalmente porque hay una inflación de estudios con algunas pocas especies y una escasez endémica en la mayoría de grupos taxonómicos. Históricamente, los grandes simios -africanos y asiáticos- y los macacos, han sido las especies más estudiadas, tanto en estado silvestre como en cautiverio. Sin embargo, poco sabemos del comportamiento, de la ecología, biología, genética, conservación o cognición de cientos de especies de primates. El trabajo que queda por hacer es ingente. Necesitamos profesionales formados en primatología -provenientes de distintas disciplinas- que ayuden a desarrollar esta disciplina en los países donde viven y se distribuyen los primates en estado natural. Este año, por ejemplo, estamos formando en la Universidad de Girona la que será la primera graduada en primatología mozambiqueña.
¿En qué proyectos/investigaciones estás colaborando?
Mi investigación se centra fundamentalmente en el comportamiento de los primates no humanos, especialmente los grandes simios, nuestros parientes genéticos más cercanos. Estudiar el comportamiento y las habilidades cognitivas de las especies más cercanas a los humanos nos permite identificar las habilidades cognitivas que podrían haber estado presentes en nuestros antepasados comunes, así como comprender el entorno en el que nuestro comportamiento y cognición podrían haber evolucionado. Durante mi trayectoria he realizado investigaciones con unas 27 especies de animales, principalmente primates no humanos en condiciones salvajes, semilibres y en cautiverio. Principalmente he estudiado su comportamiento, cognición y personalidad. Estoy especialmente interesado en la vertiente aplicada de mi trabajo, con el objetivo de mejorar el bienestar y calidad de vida de aquellos individuos que lo necesitan. Esta visión comparativa y evolutiva de la psicología está hoy presente en las universidades y centros de investigación más importantes y está representada por psicólogos comparativos y del desarrollo de renombre internacional como Michael Tomasello (Universidad de Duke), Josep Call (Universidad de Saint Andrews), Michael Corballis (Universidad de Auckland), Alexander Weiss (Universidad de Edimburgo) o Tetsuro Matsuzawa (Universidad de Kyoto), entre otros. Mi formación como investigador fue en el IPHES (Institut Català de Paleoecologia Humana i Evolució Social) y gran parte de mi trayectoria investigadora la he desarrollado en Fundació Mona, uno de los pocos Centros de Recuperación que existen en Europa. En los últimos años también estoy colaborando en proyectos de investigación sobre cognición, personalidad y ecología del comportamiento junto a la Dra. Federica Amici del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva.
¿Por qué te decidiste a escribir el libro Primates?
Tanto durante mi etapa de estudiante, como en mi actual etapa como profesor e investigador, siempre encontré a faltar un manual que recogiera «lo imprescindible» de la primatología, en un único volumen y en lengua española. Teniendo en cuenta que aproximadamente el 35 % de las especies de primates se distribuyen en Centro y Sudamérica, y que el español es una de las lenguas con mayor número de hablantes, la necesidad y el vacío editorial estaban claros. Considero que libros como este pueden ser una excusa para reivindicar que podemos hacer ciencia y divulgación en otros idiomas.
¿Cuál es el estado de conservación de los primates?
Los últimos informes de la IUCN son claros. Cerca del 60 % de los primates está amenazado con la extinción. En el caso de los grandes simios, el 100 % de las especies están en peligro y algunas de ellas, como los gorilas o algunas especies de orangután, se encuentran en peligro crítico de extinción. En algunos casos las cifras son escalofriantes. El gibón de Hainán (Nomascus hainanus) tan solo cuenta con entre 15 y 25 individuos en libertad. Del recién descubierto orangután de Tapanuli (Pongo tapanuliensis) no existen más de 800 individuos en la isla de Sumatra. No es un problema exclusivo de los primates, pero quizá sí un problema que nos debería hacer reflexionar. En primer lugar, porque forman parte de nuestra familia biológica. Si los perdemos, perdemos parte de nuestra historia evolutiva como especie. En segundo lugar, porque los primates -como muchas otras especies de animales- son una pieza clave en el mantenimiento y regeneración de los bosques tropicales y muchos otros ecosistemas. Los esfuerzos que todos -científicos, naturalistas, conservacionistas, educadores, políticos, y un largo etcétera- tenemos que hacer en esta dirección son claros. Si no actuamos de manera inmediata en pocas décadas algunas especies de primates serán un recuerdo del pasado.
¿Qué semejanzas y diferencias tenemos con los grandes simios?
Todo depende del prisma con el que los observemos. Para algunos las semejanzas son totales. Para otros las diferencias son enormes. Yo me decanto por un punto intermedio. Afirmar que los simios son como una «copia» menos desarrollada del ser humano no creo que sea acertado. Negar nuestra parte más animal y nuestra conexión biológica con los simios tampoco tiene ningún sentido. Las investigaciones de los últimos años han certificado que las similitudes entre humanos y grandes simios -fundamentalmente chimpancés- son enormes. Ahora bien, el hecho de que exista una homología masiva en muchas de nuestras características etológicas, cognitivas o emocionales, no significa que no puedan existir unas pequeñas y profundas diferencias que nos hagan humanos. Fundamentalmente estaríamos hablando de ciertas capacidades cognitivas complejas que a día de hoy no han podido describirse en nuestros parientes más cercanos y que son las que nos han permitido construir y vivir en un nicho sociocultural singular, llegar a lo que somos en la actualidad, con nuestros aciertos pero también con nuestros errores.
¿Qué características compartimos con los primates? ¿Cuáles son las novedades al respecto?
Los estudios de campo pioneros -desarrollados entre otros por personas tan populares como Jane Goodall o por nuestro querido Jordi Sabater Pi- fueron capaces de observar que muchos patrones de comportamiento que hasta entonces considerábamos «humanos» también estaban presentes en los grandes simios. Con los primates en general compartimos una anatomía peculiar en los mamíferos, donde destacan nuestras manos hábiles y nuestro cerebro complejo. Comprendemos el mundo en el que vivimos principalmente gracias a nuestro sentido de la vista y del tacto, la mayoría de especies vivimos en grupos -en ocasiones con complejas estructuras y dinámicas-, la infancia es un periodo crucial y sensible en nuestras vidas, y necesitamos apegarnos emocionalmente a los nuestros, fundamentalmente a nuestra madre. Somos inteligentes, mucho, pero también tremendamente frágiles. La mayoría de nosotros -los primates- somos diurnos, jugamos durante nuestra infancia, cuidamos a nuestras crías, y, nuestras vidas son más largas y lentas que las de otras especies animales. Algunos utilizamos instrumentos, otros son capaces de construirlos y unos pocos disponen de tradiciones culturales, tanto materiales (tecnología) como no materiales (costumbres sociales).
¿Qué nos puede aportar el conocimiento de estos “casi humanos”?
Los primates son interesantes por el simple hecho de conocerlos, como cualquiera de los animales que habitan este planeta. Su conocimiento puede ayudarnos a protegerlos y a conservarlos de una manera óptima. Sabemos además que conservando a determinadas «especies paraguas» podemos asegurar la supervivencia de los ecosistemas que estos habitan y, por tanto, de invertir también en la lucha debido a la emergencia climática en la que nos encontramos. Los primates son además -por su cercanía biológica y filogenética con los humanos- un espejo donde mirarnos, donde compararnos y donde comprendernos como especie.
Es conocido que, en África especialmente, pero también en otras regiones del mundo, los primates son consumidos por los humanos, lo que se denomina bushmeat. ¿Qué riesgos puede haber en la aparición de futuras epidemias como la actual del COVID-19?
Algunos informes de la UNEP (Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente) estiman que 22.000 grandes simios fueron extraídos de su hábitat natural entre 2005 y 2011. Este tráfico ilegal -con el objetivo de destinar animales al mercado de mascotas exóticas- y la caza furtiva -para consumir su carne, también denominado bushmeat– pone en riesgo la viabilidad de sus poblaciones pero también la salud de los humanos. Si esta situación no se detiene de manera inmediata el riesgo de que epidemias como la del SARS-CoV-2 se repitan en los próximos años es muy elevado. Todos hemos podido vivir y experimentar en nuestra propia piel lo que esto significa. Nunca antes se había producido una crisis sanitaria que de manera globalizada tuviera tanto impacto a nivel social, económico, psicológico y sanitario. Somos vulnerables, aunque a veces no seamos conscientes de ello. Si determinadas prácticas -de las que todos somos responsables en parte- no finalizan, estaremos sembrando lo que puede llegar a ser -en palabras del Prof. Eudald Carbonell- nuestro colapso como especie.