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Editorial

De la ornitología a la botánica con Eduardo de Juana

Eduardo de Juana, author of the well-known guide Birds of Spain, explains his renewed interest in botany with the publication of a practical guide to the wildflowers of the region surrounding Spain’s capital city: Plantas silvestres de Madrid.

Eduardo de Juana, autor de la popular guía de Aves de España, nos cuenta su renovado interés por la botánica con la publicación de una práctica guía para identificar las Plantas silvestres de Madrid y alrededores.


Eres un reconocido ornitólogo y durante muchos años has sido profesor de zoología de la Universidad Complutense de Madrid. ¿Cómo surgió tu interés por la botánica?

Viene de antiguo, porque siempre me interesó la naturaleza en cualquiera de sus aspectos. Cuando uno pasea atento por el campo, plantas y pájaros son lo primero y que de modo más insistente llama su atención. Me dediqué por profesión a las aves, sí, pero siempre mantuve una afición latente por la botánica a la que ahora, que ya estoy jubilado, puedo al fin dar rienda suelta. Sin muchas prisas y sin pretender ir más allá de la mera afición, pero disfrutando una barbaridad.

¿Cuál ha sido tu motivación para escribir la guía de Plantas silvestres de Madrid?

Sencillamente, hacer el libro que a mí me hubiera gustado tener cuando empezaba. Me remonto aquí a comienzos de los años 70, cuando era estudiante de botánica en la Facultad de Biológicas de la Complutense ̶ donde por cierto llegué más tarde a ser, durante muchos años, profesor de zoología. El caso es que por aquel entonces casi lo único que teníamos para determinar plantas era la clave de Gaston Bonnier, escrita en francés, dedicada a la flora de Francia, Suiza y Bélgica, e ilustrada solo con pequeños dibujos en blanco y negro, con la que debo confesar que me costaba mucho manejarme. Ahora el aficionado dispone de múltiples ayudas, pero identificar con seguridad una determinada planta que uno ha encontrado en el campo sigue siendo una tarea relativamente dificultosa. Hay, por un lado, libros en los que aparecen muchas especies de plantas bien ilustradas, pero en los que para comparar con la que uno tiene entre manos no hay más método ni más remedio que repasar las páginas una y otra vez, hasta dar si hay suerte con una que se le parezca. Y en muchos casos uno no alcanza a estar seguro de la determinación que ha efectuado, porque dichos libros son selecciones hechas al criterio particular de cada autor, que a veces omite especies muy comunes si, por lo que sea, no las considera interesantes o dignas de figurar. También hay, por otro lado, claves detalladas que con mayor o menor esfuerzo permiten determinaciones correctas pero que, al estar dedicadas a amplias regiones o a toda la península Ibérica, atienden a muchos miles de especies, ilustran solo una porción de las mismas, resultan muy voluminosas y pesadas, y hacen uso a menudo de una terminología incomprensible para el común de los mortales. Por supuesto, hay ahora además muchísima información en internet, donde basta con teclear el nombre científico de una especie para acceder a numerosos datos y fotografías, pero donde uno debe primero, como es lógico, conocer dicho nombre. Es cierto que también hay ya aplicaciones para móviles que son capaces de identificar flores con solo subir a ellas nuestras fotos, pero que todavía fallan en muchas ocasiones y que no nos enseñan cómo podemos determinar plantas por nosotros mismos.

¿Cómo has organizado la guía para que sea fácil de usar por los naturalistas aficionados?

Para empezar, restringiendo mucho su ámbito. Hay que tener en cuenta que, para hacernos una idea, en nuestra península se estima que hay unas 7.500 especies de plantas vasculares y tan solo en la provincia de Madrid unas 2.500, de manera que si queremos tener la seguridad de abarcar casi todo lo que es posible encontrar, tendremos que reducir mucho la zona a cubrir. De otra manera nos veremos obligados, por lo que indicaba antes, a construir libros muy grandes y claves de identificación muy complicadas. Nuestra guía se limita así a la ciudad de Madrid y su entorno inmediato y aunque recoge algo más de 800 especies, habrá sido inevitable la omisión de un porcentaje de las que son posibles, porcentaje que ojalá sea pequeño, eso espero. Pero haciéndolo así ha sido posible conseguir una guía suficientemente pequeña, barata, manejable, bien ilustrada y con la que los usuarios puedan estar seguros de determinar bien casi todo lo que son capaces de encontrar en sus paseos. Lo que no quiere decir que, dado que muchas especies de plantas tienen distribuciones más o menos amplias, la guía carezca por completo de utilidad en otros territorios.

Por lo que toca al método utilizado, la guía es básicamente una clave dicotómica profusamente ilustrada con fotografías. Estas se colocan justo enfrente de los pasos de la clave, de modo que el usuario pueda decidir con mayor facilidad en caso de duda. Se trata de leer los textos y mirar las fotos casi al mismo tiempo, para avanzar rápidamente y llegar con el menor número de pasos posible a la especie objetivo. Las numerosas ilustraciones permiten, por otra parte, prescindir casi por completo de esa jerga botánica que tan difícil resulta a veces a los no muy iniciados.

La mayoría de guías de campo suelen utilizar ilustraciones para la identificación de cada especie, ¿cómo es que te has decidido por fotografías?

El libro contiene más de 1.400 fotografías, la inmensa mayoría aportadas por mí mismo. Sustituirlas por dibujos a color hubiera supuesto una gran inversión, tanto económica como de tiempo. Por otra parte, es sorprendente el grado de detalle que permiten las modernas cámaras digitales. Casi cualquiera puede conseguir buenas fotos de flores si dispone de un objetivo macro y sabe manejar mínimamente los programas de edición fotográfica. Así he podido ilustrar, de forma creo que satisfactoria, una gran parte de los detalles que utiliza la clave para diferenciar entre especies, aunque no cabe duda de que los dibujos son a menudo más útiles que las fotos, dada su precisión.

Pero, hablando de esto, me gustaría animar aquí a quienes se inicien en la botánica al uso de la fotografía digital. Es una herramienta excelente para descubrir detalles, comparar entre especies o con ilustraciones en los libros, y construir poco a poco nuestro propio herbario virtual. Todo ello nos ayudará a seguir aprendiendo y disfrutando de las plantas, que es de lo que se trata.

¿Nos puedes recomendar tu zona preferida para la observación de plantas en el área de Madrid?

Por fuerza tengo que referirme en primer lugar al parque de la Casa de Campo, que al ser contiguo a la urbanización donde vivo puedo visitar con mucha frecuencia, desplazándome a pie. Tampoco me quedan lejos el Monte de El Pardo y el Pinar de Valdelatas, ambos muy interesantes y bastante más bravíos. Si se trata de ver especies diferentes, de las que gustan de sustratos básicos tales como calizas y yesos, la alternativa es acercarse a los cortados existentes junto a las riberas del Jarama y el Manzanares, saliendo por la carretera de Valencia. Un sitio muy particular, con gran diversidad y especies raras, es la localidad de Coslada, por desgracia ya muy degradada por las construcciones. Ahora bien, para empezar casi cualquier sitio sirve, porque resulta sorprendente el gran número de especies botánicas que se suceden a lo largo del año en entornos tan vulgares como parterres, cunetas o solares, donde la única pena es el excesivo celo que ponen los servicios municipales en hacerlas desaparecer.


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